jueves, 11 de diciembre de 2014

PADRE Y MADRE: ES POSIBLE LLEVARSE MEJOR


¿Quién no desea  toda la felicidad del mundo  a  los que se casan y emprenden una nueva etapa de la vida para formar una nueva familia?
Sin embargo, sabemos que el número de fracasos y separaciones hoy en día es muy elevado.  ¿A qué se debe esto? ¿Es cuestión de suerte? ¿Se trata de encontrar la persona ideal que se ajuste perfectamente a mí de cara a llevarnos bien? Sería bueno analizar lo que está ocurriendo a fin de no tener que renunciar a esta felicidad que todos anhelamos y que, en el fondo, tenemos derecho  a tener, nosotros y nuestro hijos.
Pensamos que podríamos empezar,  muy convencidos,  diciendo:

SÍ, ES POSIBLE  QUERERSE MUCHO Y AUMENTAR ESE  AMOR.

No sé qué nos ocurre a las personas que lo que vemos natural en muchas realidades  de la vida, no lo vemos tanto en el campo de la relación padre-madre.
Por ejemplo:
¿Quién consigue sacar unas oposiciones sin esfuerzo? ¿No será más bien apretando el horario, para compaginar  nuestra vida habitual de trabajo, familia… con esas horas de estudio que tanto se necesitan?

¿Quién consigue adelgazar sin privarse de muchas cosas que le apetecerían comer? ¡Ay! Que le  digan a los que tienen buen apetito que no cuesta ese dominio…

¿Quién, simplemente, vuelve de  comprar  con el carro lleno y tiene el mismo dinero o más que cuando salió de casa?  Las cosas tienen su precio y hay que pagarlo. Lo más natural del mundo.

¿Quién mantiene la limpieza y el orden de su casa por el mero hecho de que lo hizo una vez en su vida? Sería gracioso que el personal de limpieza de un colegio dijera: “¿Será posible? No sé que pasa, ayer limpié  los baños y mira…  sucios otra vez…”

¿Quién va a recoger cosecha en un campo que no hemos sembrado ni cuidado? ¡Ojalá  fuera tan fácil!

Y así podríamos seguir y seguir…. pues nada en la vida se consigue sin esfuerzo.
Igual que sería absurdo que un mal estudiante se sorprendiera de no sacar un 10 en el examen,  es que queramos sacar sobresaliente en  “familia feliz”  sin dar de uno mismo y sin haber cuidado el amor entre los dos.

¿CÓMO CUIDAR EL AMOR ENTRE LOS DOS?

1. VALORAR LAS DIFERENCIAS.
2. DIALOGAR.
3. CUIDAR DETALLES.
4. VIGILAR EL INDIVIDUALISMO.


1. VALORAR LAS DIFERENCIAS

Todos sabemos que las psicologías del hombre y la mujer son distintas. ¿Cuál es mejor? Sería muy atrevido decir cada uno que la suya. Ninguna superior  y ninguna inferior. Simplemente diferentes. Ambas se complementan y enriquecen.

En general, el hombre es más decidido, de ideas generales;  la mujer más insegura, intuitiva, más detallista. El hombre más estable, más franco pero más frío; la mujer más voluble,  con más dobleces, pero más cercana. La manera de demostrar la afectividad es distinta,  pero ambas necesarias.

Además  de estas diferencias ligadas a la naturaleza  hombre y mujer, tenemos las diferencias personales propias de cada uno. Somos seres únicos e irrepetibles, con nuestra personalidad y temperamento; también somos frutos de una cultura, educación y costumbres recibidas.

Todas estas diferencias  ¿son un inconveniente o una ventaja? Depende: si se respetan y valoran una ventaja,  si no un inconveniente.

¿Qué pasa cuando uno piensa que la forma de actuar o pensar del otro no es correcta?

Antes de embarcarse a una empresa tan trascendente, como es formar una familia, hemos de conocernos mutuamente y saber si, dadas nuestras formas de ser o pensar, será viable tal proyecto, ya que de ello depende nuestra felicidad y la de los hijos. En realidad, ése es el objetivo del noviazgo.
Si después de este paso, bien hecho,  surgen problemas y diferencias, como es totalmente natural, ha llegado el momento de practicar el arte de dialogar.

2. DIALOGAR

Con frecuencia ocurre que, ante una desavenencia  protestamos o nos callamos molestos. Esto sucede porque de antemano queremos que se haga lo que yo digo o pienso, sin pensar que quizás sea igual de válido o mejor lo que el otro propone. Esto nos lleva a adoptar una actitud de ataque y defensa, que provoca en el otro la misma actitud. Ya tenemos la batalla declarada: a ver quien gana.
Al diálogo sólo deberíamos ir buscando la verdad, es decir, buscando la mejor solución. Si vamos a ver si convenzo al otro, ya hay un interés y un apego a mi forma de ver, con la que yo mismo me podría cegar. Esto es lo que observamos en los políticos y no nos gusta.

Nos hace falta una mentalidad abierta y respetuosa. Una vez tomada una decisión, ya no es de uno u otro, es conjunta. En ese caso no caben los reproches si posteriormente descubrimos que no dio el resultado esperado.

Es vital que los padres procuren todos los días un rato de comunicación para hablar de tantas vivencias e impresiones que conviene compartir. El diálogo mantiene la unión; el silencio mantenido es el inicio de vidas separadas que nos puede hacer mucho daño.
Seamos valientes, luchemos por el diálogo.


3. CUIDAR DETALLES.

El amor es una flor delicada que necesita cuidados.  Una orquídea, por ejemplo, necesita su grado de calor, humedad… ¡Cuánto más una persona!
Seamos amables ¡qué bien se vive al lado de una persona amable! De igual manera ¡qué mal se vive al lado de un antipático o egoísta! Luchemos por ser amables. La terminación “ble” indica que algo se puede; por ejemplo: transportable, que se puede transportar; lavable, que se puede lavar… Amable, que se puede amar… Comportémonos de manera que sea fácil que nos quieran.
Enumeramos algunas ideas:
- Hablar con calma y respeto.
- Esperar el momento oportuno.
-  Ayudar en la casa, con los hijos, sin medida, los dos.
Preguntar cómo le ha ido el día y acordarnos de sus inquietudes.
Saber esperar ante un fallo del otro, dar un margen amplio, todos somos     humanos.
- Procurar dar gusto al otro, tenerlo en cuenta.
-Procurar descanso al otro, aunque suponga cargarme un poquito más. Experimentar que gratifica más dar que recibir.


4. EL INDIVIDUALISMO

Precisamente es el mayor peligro contra el amor. El egoísmo, como ya hemos dicho en otras ocasiones, es un espejismo que se paga caro.  Si  uno empieza a “tirar para su parte” provoca que  en el otro nazca la desconfianza. Y esto destruye el amor.

Lo que hace sólido el amor es tener la certeza de que el otro busca tu bien y te quiere, y eso se demuestra con los detalles cotidianos que comentábamos antes: te sabe comprender, te valora, respeta, anima, acompaña , ayuda… incluso a costa de renunciar a sus gustos personales. La verdadera garantía del amor está precisamente en ese dar sin esperar recibir. Ganémos la confianza y el amor del otro.